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Betty Pablo, una apuesta israelí a la música en español Por Federico Sequeira Ella misma lo admite cuando dice que la inspiración para sus canciones proviene de sus propias experiencias. “Algunas letras surgen de la historia de mi vida, algunas de la forma que tengo de mirar la vida, o de la manera en que yo entiendo las cosas en la vida”. Y es por eso que en este, su tercer disco, que en forma inminente verá la luz, Betty ha decidido incluir canciones en castellano, un idioma que le es propio. “El castellano lo aprendí de mi abuela paterna, Matilde”, explicó en una entrevista para Argentina.co.il, “y amo mucho este idioma, lo siento como propio”. Hija de un argentino que llegó a Israel cuando tenía 19 años, Betty se crió en un ambiente donde la música latina era moneda corriente. Y por eso hoy, uno de sus máximos anhelos como artista es llegar a conocer personalmente a la folclorista Mercedes Sosa. Su admiración la llevó incluso a interpretar “Alfonsina y el mar”, una canción de Ariel Ramírez, que “la Negra” Sosa inmortalizó. Para su tercer trabajo discográfico, que produce ella misma, ya alejada de la discográfica Helicon Records, Betty ha preparado una versión en castellano de Heamet Shelanu. Y le dijo a Argentina.co.il que “ahora estoy tratando de traducir algunas otras canciones”. Betty Pablo, la mezcla perfecta entre talento y belleza Consultada respecto a cómo fue recibida esta canción entre su público israelí, Betty señaló que “me sorprendió ver que la versión en castellano de mi canción original fue muy bien recibida. Me han dicho muchas personas que les resulta más natural su sonido cuando la hago como Nuestra Verdad, en castellano”. Historias de vida y debidas Betty le contó a Argentina.co.il parte de su vida, así pudimos conocer de dónde surgen tantas experiencias que luego se vuelcan en sus canciones. “Hoy estoy mucho más asentada, más espiritual, muy volcada a la Kabbala, vivo con mi perro “Poncho”, y disfruto mucho de mi espacio personal”, dijo la artista. Claro que hace dos años, su vida era un torbellino. Seis meses después de que su madre falleciera de cáncer, Betty entró de lleno y sin escalas en un divorcio traumático, después de catorce años de matrimonio. “En ese momento decidí mudarme a Tel Aviv y empezar mi vida desde el principio”, dijo. Y fue entonces cuando comenzaron a surgir nuevas canciones. “Las había muy tristes, por la situación que había pasado, pero también otras muy llenas de alegría, de enseñanzas que son las que mi madre me dejó”. “Hoy sé que uno se cae, aprende, se levanta, y cada vez que todo eso pasa se es más fuerte y más sabio”. Claro que como contracara, el estilo directo de sus letras a veces impacta. “Soy muy directa en la vida, y también en lo que digo en mis canciones, y no siento vergüenza de mostrar lo que siento”. “Lo que pasa es que la gente comparte muchas veces esos sentimientos y situaciones de las que yo hablo, pero no siempre las ponen al descubierto. Y creo que confrontar con algo que sabemos que nos pasa, si no tenemos la fuerza para admitir que nos está sucediendo, a veces puede resultarnos un fuerte impacto”, subrayó Betty. Nacida con el don Dueña de una voz cautivante y artífice de un pop muy personal, Betty no sólo es artífice de sus canciones tanto en la letra como en la música, sino que, además, ha compuesto piezas para otros reconocidos artistas de su país, como es el caso de Shiri Maimon. Considera que “todos nacemos con un don, porque yo nunca he ido a aprender música o canto formalmente, y sí, en cambio, en los recuerdos más antiguos que tengo de mi propia infancia ya me veo cantando”. Al escucharla hoy rasgar las cuerdas de la guitarra, o viendo sus dedos bailar rítmicamente sobre las teclas de un piano, nadie podría creer que Betty aprendió música en forma autodidacta, desde muy pequeña. Durante su paso por el ejército, se desempeñó en una banda dedicada a recorrer las distintas bases y animar a los soldados. Y fue a los veinticuatro años cuando se planteó que la música debía ser su principal objetivo en la vida. Cuatro años más tarde salió “Try me”, y otros cuatro años después, “Parparim”. A los 36 años, con una exitosa y consolidada carrera, con su tercer disco preparado, y mientras espera “conocer al verdadero amor y formar una familia”, confiesa, Betty ha decidido mirar más hacia sus raíces, e incluir versiones en castellano de algunos de sus temas. Y era imposible no preguntarle si sueña con conocer Argentina y que en ese país se conozca su música. “Es un desafío muy importante, pero sí, me encantaría”.